En este sentido, Elinor Ochs
postula: “Tienen como eje un suceso principal que perturba el equilibrio
de las circunstancias ordinarias y esperadas.” Estos sucesos que, en
palabras de dicho autor, son “dignos de mención” y “selecciones
más que reflejos de la realidad”, están relatados por un narrador que se
involucra en ellos y da su visión de los hechos. “Es una teoría de sucesos
en el sentido en que suministra una explicación de hechos desde un punto de
vista particular”, explica Ochs al respecto. El narrador está
presente en el bar, en la muestra, en los encuentros de los fotógrafos; observa
y cuenta todo aquello que está viendo:“Observaba sus gestos desde otra
mesa cercana a la de ellos. Sus rostros serios y compenetrados en lo que decían
me impactaban de modo tal que no podía distraer la mirada. Me intrigaba
demasiado esa situación y confieso que moría de ganas de oír esas
conversaciones”; “El amontonamiento de gente en
cada certamen era indescriptible. Yo estuve ahí y pude apreciarlo”;“Había caminado cada paso con los
protagonistas. Había estado en cada encuentro, escuchado cada charla, los había
visto sufrir las persecuciones.”
A través del uso de la primera
persona, interviene y da sus apreciaciones. Se trata de una característica
propia de las ficciones verdaderas a la que Tomás Eloy Martinez define: “El
periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es
una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo,
una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las
emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el por qué y el
para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo
por primera vez”.
El sueño que se evoca en el
relato es el medio que hace posible dicha intervención, permitiendo
ficcionalizar la realidad: “Reviví sus vivencias en un viaje al pasado donde
reconstruí los sucesos que habían atravesado. Fui turista de la historia,
trasladándome en tiempo y espacio a través de aquellos registros fotográficos
que convivían conmigo".
Así lo explica Albert Chillón: “Se
somete la materia prima documental a un tratamiento que se podría definir como
fabulador”, quien agrega además: “Para cohesionar los múltiples
testimonios se hace esporádicas intervenciones con las que se indican los
cambios de tiempo y espacio, se proporciona al lector informaciones de
contexto, se atan los cabos sueltos del relato o bien se introducen consideraciones
y comentarios autoriales”.
Ese defasaje temporal y espacial
que se realiza en torno al sueño, le permite al narrador retornar a la realidad
en la que vive: “Lo cierto es que había vuelto a la cotidianeidad del
presente. Me encontraba nuevamente en mi hogar de Rosario y 31 años posteriores
me alejaban de aquel episodio.” De esta manera, se hace posible
articular la historia introduciendo nuevos testimonios, como el de
Virginia.
El periodista por un lado, narra
desde su perspectiva las vivencias de los fotógrafos buscando, dentro de sus
posibilidades, ser objetivo y basándose en detalles, cronología de los hechos,
protagonistas y contexto tomados de la realidad. Y por otro, construye el
relato con algunos aspectos propios de la ficción y un trabajo exhaustivo
de la dimensión estética del lenguaje. En palabras de Chillón: “Hay
búsqueda de una especie de verdad poética que trasciende las limitaciones
inherentes a la simple veracidad documental”.
Los personajes, según dicho
autor: “Son entes sin biografía ni personalidad definidas, simples voces
desprovistas de corporeidad”. Del mismo modo se aprecia en la obra donde
éstos son descriptos, en general, como grupo. Se hace referencia principalmente
a los “fotógrafos comprometidos”, “héroes de la cámara”, “memorables
fotógrafos”.
Los actores más importantes
intervienen en los hechos solo con el nombre y toman relevancia no por quienes
son sino, como plantea Ochs, por las “acciones” que realizan y “sus
estados mentales”. La siguiente frase extraída de “Héroes de la cámara” da
cuenta de dicha representación psicológica de uno de los fotógrafos: “El
rechazo que tenía por los militares, sumado a la necesidad de resistirse y
cambiar la realidad fueron pensamientos que abrumaron su mente días enteros.
Debía hacer algo, ya no podía convivir con semejante perturbación”.
Éstos, al igual que las
situaciones, son puestas en escenas con naturalidad y simpleza con la intención
de que el lector pueda sentirse identificado. Tal como expresa Martínez: “Lo
que buscan las narraciones a las que estoy aludiendo es que el lector
identifique los destinos ajenos con su propio destino”. Y como puede
distinguirse en los siguientes ejemplos:“De indumentaria sencilla y andar
incansable recorrían las calles, confundiéndose entre la gente. Respiraban el
mismo aire ciudadano y recogían de la cotidianeidad las experiencias de las
masas, con una simplicidad natural que los mantenía en la misma sintonía.”; “Un encuentro común, con toda la
transparencia y franqueza que pueda caracterizar a una simple reunión de
cualquier grupo de amigos”;“Siendo un “hombre de barrio”, su
casa era tan sencilla como la de cualquier vecino de clase media. Un hogar
común pero muy acogedor”. En este sentido, la pretensión
por incluir al receptor, a la que Martínez alude como “pacto con el
lector”, también es evidente en el texto: “Supongo que a pesar de que
el terror impuesto por el régimen militar en nuestro país parece estar
sepultado en el presente, todos tenemos un intervalo de reflexión. Creo que es
una actitud habitual en los argentinos”.
Por otra parte, las descripciones
y diálogos que se aprecian, por ejemplo, en el momento que los fotógrafos se
reúnen en el bar, son particularidades propias del nuevo periodismo. Así
también, el uso del lenguaje urbano presente en distintos fragmentos:“Transitaban cada rincón urbano
en búsqueda de un intervalo que les permitiera registrar la historia”;“Una jornada soleada y primaveral
enmarcaba la inauguración en el pintoresco San Telmo. Era este pequeño barrio
de Buenos Aires con su pavimento empedrado y sus caserones coloniales, el
escenario donde se encontraba el sitio de la exhibición”; “Días después, por esas
casualidades de la vida o quizá por alguna causalidad del destino; caminando
por la poblada peatonal Córdoba en plena tarde, la vi a ella”.
En síntesis, concluyo en que
“Héroes de la cámara” es un texto facticio al encontrar en él identificaciones
propias del género expuestas por autores como Ochs, Chillón y Martínez; que la
posicionan dentro de éste híbrido en el que el periodismo y la literatura se
fusionan para obtener una determinada construcción narrativa.
Bibliografía
CHILLÓN, Albert. 1999. Literatura
Y Periodismo, Una tradición de relaciones promiscuas,
Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de Valencia.
CHILLÓN, Albert. Clasificación de
Narrativas Facticias.
OCHS, Elinor. 2000. En El
discurso como estructura y proceso, Gedisa, Barcelona.
MARTÍNEZ, Tomás Eloy. 2000.
Ficciones verdaderas, Planeta, Buenos Aires. Prólogo
MARTÍNEZ, Tomás Eloy. La Nación,
suplemento cultura, domingo 18 de noviembre de 2001.
MARTÍNEZ, Tomás Eloy. El
periodismo vuelve a contar historias. La Nación, suplemento.
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